domingo, 11 de noviembre de 2007

45.- ¡Yo creo!

45.- ¡Yo creo!, Hch 4:5-12

Pedro se levanta ante las autoridades y los ancianos incrédulos, y proclama con intrepidez su fe en Jesús como el Mesías único salvador ( Hch 4:5-12). Proclamar la fe es declarar o profesar en voz alta el fundamento que sostiene nuestra relación con Dios.




La primera profesión de fe en tiempos de los apóstoles fue la exclamación: ¡Jesús es el Mesías, el Señor! (Hch 2:36). Con el tiempo, la iglesia articulo otras verdades de fe hasta crear una declaración organizada de ellas, que llamamos Credo, del latín “creo”. En la Eucaristía dominical profesamos este Credo, según fue definido en los concilios de Nicea (325 d.C.) y Constantinopla (381 d.C.), sea en su versión extensa o en una versión abreviada conocida como “Credo de los Apóstoles”, el cual te invitamos a profesar ahora fijándote en lo que dices:


Creo en Dios, Padre todopoderoso,

Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo,

su único Hijo,

Nuestro Señor que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,

nació de Santa María Virgen,

padeció bajo el poder de Poncio Pilato,

fue crucificado,

muerto y sepultado,

descendió a los infiernos,

al tercer día resucito de entre los muertos,

subió a los cielos y esta sentado a la derecha de Dios,Padre todopoderoso.

Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos.

Creo en el Espíritu Santo,

la Santa Iglesia Católica,

la comunión de los Santos,

el perdón de los pecados,

la resurrección de la carne y la vida eterna.

Amén.




¿Cuáles de estas verdades te llenan de paz y cuales de gozo?

¿Cuáles te desafían más?

¿Podrías expresar estas creencias a personas que no creen en Jesús?

Comparte con tu familia o grupo juvenil como vives la fe que proclamas en el Credo.


44.- Recibe el sello del Espíritu Santo, Hch 2:1-21

¿Cuándo recibimos al Espíritu Santo, en el Bautismo o en la Confirmación?

Lo recibimos en ambos sacramentos. Somos bautizados con agua y el Espíritu, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.


En el Bautismo somos ungidos con aceite como signo de que el Espíritu Santo nos fortalece y nos sella para proclamar la Buena Nueva a todas las naciones como a los discípulos en Pentecostés ( Hch 2:1-4)

En la Confirmación somos sellados con el mismo aceite que se usa en el sacramento del Orden Sacerdotal como signo de que el Espíritu Santo ha completado nuestra iniciación como miembros de la Iglesia. Esto indica que estamos listos para ser auténticos seguidores de Jesús, miembros activos de la iglesia, que viven y proclaman su evangelio.


El uso del aceite se remota a la época en que el pueblo de Israel ungía a sus reyes, profetas y sacerdotes con aceite por que este purifica, da agilidad y fortalece y al ser absorbido por la piel y al penetrar en las células, convirtiéndose en parte de nosotros.


Piensa en lo grandioso que es tener el Espíritu de Dios en ti, el amor que puede generar en ti, el poder que te da para hacer el bien. Medita un poco sobre esto y deja que el Espíritu Santo dirija tu vida.

43.- El poder de perdonar los pecados


43.- El poder de perdonar los pecados, Jn 20:21-23




Al iniciar su ministerio en los sinópticos, Jesús aprovecha la curación de un paralitico para ofrecer una enseñanza sobre el pecado y su perdón, y dejar claro que, dado que solo Dios puede perdonar los pecados, Jesús es Dios y tiene ese poder ( Mc 2:1-12). En Juan, ahora, la tarde del día de su resurrección, se hace presente a su comunidad de discípulos y les da el poder de perdonar los pecados.


Lee Juan 20:19-13 y observa como Jesús les da su paz a sus discípulos para que la pasen a otros, y les confiere el poder del Espíritu Santo para que sean instrumentos de su misericordia y perdón. Con este gran regalo, Jesús deja su Espíritu en la Iglesia, para que venza al pecado que deshumaniza y divide a las personas, u sea fuente de reunificación con Dios y las personas ofendidas, convirtiéndose así en fermento de paz en el mundo.


Al decir que pueden absolver o retener los pecados, indica que el perdón implica una especia de juicio, de donde se deduce que el/la pecador/a debe confesar sus pecados. Por esta razón, el sacramento de la Reconciliación o Penitencia se conoce como Confesión. De esta acción de Jesús nace el sacramento de la Reconciliación, quedando a cargo de los apóstoles y sus sucesores, desde los primeros años de la iglesia.

42.- Vigilia pascual


42.- Vigilia pascual, Jn 20




El Triduo Pascual es el centro del año litúrgico católico y su clímax es la Vigilia Pascual, en la que celebramos el “paso” de Cristo de la muerte a la vida. La vigilia pascual tiene cuatro partes:




1. Lucernario. El Cirio Pascual representa a Jesús, centro de nuestra vida, luz del mundo en su triunfo sobre las tinieblas del mal. Con el Pregón Pascual alabamos a Cristo por iluminar siempre su iglesia y hacernos hijos de la luz.




2. Liturgia de la palabra. Las lecturas, abundantes como nunca, muestran el proyecto salvador de Dios a lo largo de la historia, desde la creación hasta la alegría de Cristo resucitado, pasando por la liberación de Israel y la expectativa del Mesías.




3. Liturgia bautismal. Si hay conversos adultos, se les bautiza en este momento. Todos los fieles encendemos nuestras velas con la luz del Cirio, celebramos nuestro Bautismo y, con la asamblea, renovamos el compromiso que contrajimos entonces.




4. Liturgia de la Eucaristía. Vivimos de modo especial la ofrenda de Jesús, y cantamos con particular énfasis: “anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven, Señor Jesús”.

En esta vigilia, el “aleluya” es majestuoso, pues con el aclamamos el triunfo de Jesús, nuestro salvador y hermano, sobre el pecado y la muerte. Fortificamos con la vivencia pascual, y habiendo renovado nuestro compromiso bautismal, salimos a ser testigos de Cristo resucitado con nuestra vida de servicio y alegría.

41.- Madre universal


41.- Madre universal, Jn 19:25-27

Lee Juan 19:25-27. Jesús crucificado, queriendo fortificar a “los suyos”, proclama una especia de testamento final y encarga mutuamente a su madre a su discípulo amado. La tradición de la iglesia ha visto en el discípulo amado a todos los creyentes, y en María a la nueva humanidad, la iglesia o la madre de todos los cristianos. Como el discípulo acogió a María seguimos acogiéndola los católicos.

La devoción a María como madre de todos ha llevado a los católicos a nombrarla como patrona protectora de sus países. Varios de sus títulos en América Latina señalan sus cualidades como la madre de Dios: Nuestra Señora de la Misericordia en la República Dominicana, de la Caridad del Cobre de Cuba, de la Divina Providencia en Puerto Rico y del Socorro en Guatemala, por nombrar algunas.



Con distintos vestidos y adornos, María nos revela su amor materno y nos orienta hacia Jesús, al acompañarnos en nuestro camino de fe y vida comunitaria, fortalecernos en la vida diaria, los sufrimientos y los conflictos, y comparte nuestras celebraciones. Sus palabras a San Juan Diego, en México, fueron las de una madre preocupada especialmente por sus hijos que sufren y viven angustiados:

Por que yo en verdad soy vuestra madre compasiva, tuya y de todos los hombres…y de las demás estirpes de hombres…los que me busquen, los que confíen en mi, porque ahí les escuchare su llanto, su tristeza, para remediar, para curar todas sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores.


Escucha, ponlo en tu corazón, hijo mío el menor…que nos se perturbe tu rostro, tu corazón; no temas esta enfermedad ni ninguna otra enfermedad, ni cosa punzante, aflictiva.

domingo, 9 de septiembre de 2007

40.- La paz de Cristo en la misa


40.- La paz de Cristo en la misa, Jn 14:27


Jesús se despide de sus apóstoles dejándoles su paz. Es una paz profunda y plena, que, al ser fruto del mayor amor posible, es activa, enérgica, constante y solidad; no una tranquilad pasiva.


En la misa, después de la oración del Padre Nuestro, al compartir la paz de Jesús, deseamos mutuamente que el amor de Dios nos llene, para seguir la vida cristiana sin inquietarnos ni tener miedo. Con esta paz de Jesús, los cristianos podemos mantener la ecuanimidad y la felicidad en medio del dolor, la persecución, la guerra, las enfermedades y la muerte, y somos capaces de vivir con dignidad y esperanza, incluso situaciones extremadamente difíciles.


Cuando en la misa llegue el momento de dar la paz, recibirla con el corazón abierto y entrégala a los que te rodean, feliz de compartirles este don de Jesús. Al salir de la mis, recuerda que es una paz activa, que se construye con tu esfuerzo; regálala y constrúyela entre tu familia, amistades y compañeros…., trata a todos con amor, bondad y justamente.

39.- La Eucaristía y el servicio humilde a la comunidad


39.- La Eucaristía y el servicio humilde a la comunidad, Jn 13:1-17


Juan empieza el libro de la pasión-gloria de Jesús con el relato de la Última Cena; en él presenta a Jesús lavando los pies a sus discípulos ( Jn 13:1-17), en lugar de la institución de la Eucaristía como los evangelios sinópticos ( Lc 22:14-23: Mc 14:22-26; Mt 26:26-30).


A partir de ahora, Juan narra los momentos de intimidad que Jesús, sabiendo “que había llegado la hora”, reserva en exclusiva para “los suyos” (Jn 13:1). Te recomendamos entrar a esta parte con la reverencia de quien es invitado a la despedida de una amigo que, habiendo llevado su amistad “hasta el final”, esta a punto de morir.


Los católicos celebramos el lavatorio de los pies el Jueves Santo, el cual inicia el Triduo Pascual, que empieza la noche del Jueves Santo y culmina el Domingo de Resurrección. Con este gesto, Jesús subraya que el servicio, central en todos sus seguidores, es particularmente importante en los sacerdotes, quienes son ordenados para presidir la Eucaristía y estar al servicio de comunidad de fe. ¡Qué vocación tan grande ser llamados al servicio en la vida sacerdotal y qué riesgo tan alto perder este ideal y suplirlo por la ambición del poder y la separación de la comunidad PARA la que fue ordenado!

38.- Jesús, pan de vida para el mundo


38.- Jesús, pan de vida para el mundo, Jn 6: 22-59


Juan presenta dos discursos con los que Jesús ayuda a interpretar el digno de la multiplicación de los panes y los peces ( Jn 6:1-15). Lee Juan 6:35-40, 51-59. Observa como Jesús se define a si mismo diciendo “Yo soy el pan de vida”, y nos promete: “El que come mi carne y bebe mi sangre vive en mi y yo en él”.


Nuestra vida es un camino hacia Dios, que recorremos fortalecidos con el mismo Cristo que se quedó con nosotros en este pan. Sólo así tenemos la fuerza para cumplir su gran mandamiento: “Como yo los he amado, así también ámense los unos a los otros” (13:34)


Los católicos damos gran importancia a estas enseñanzas de Jesús. Por eso la iglesia celebra el sacramento de la Eucaristía diariamente en todo el mundo, y esta constituye el centro y cúspide de nuestra vida cristiana. También es la razón por la que la iglesia nos pide que, siempre que sea posible, participemos en la misa dominical y recibamos la comunión.

La adoración al Santísimo Sacramento y las visitas que hacemos a Jesús en el sagrario fundamentan y fortalecen a la vez nuestra fe en Jesús presente en el pan consagrado.


Y, cuando estas dos prácticas no son factibles, los católicos recurrimos a la “comunión espiritual”, mediante la cual pedimos a Jesús que nutra y fortalezca nuestra vida con su presencia en nosotros.

37.- El Cordero de Dios


37.- El Cordero de Dios, Jn 1 29-36




Lee Juan 1:29-34. Juan el Bautista presenta a Jesús como el Cordero de Dios, porque la imagen del cordero era muy evocada para los judíos, pues les recordaba la liberación de Egipto y al chivo que cargaba las culpas de la gente ( ver “La pascua del Señor” EX12-14), y “El gran día de la expiación y el chivo expiatorio “, Lv 16).


Jesús es quien nos alcanza la liberación plena del pecado y la muerte al entregar su vida por el perdón de los pecados, justamente el día y la hora en que sacrificaba a los corderos en el templo de Jerusalén. De ahí que los cristianos designemos a Jesús con la imagen del “Cordero de Dios” y que afirmemos su triunfo definitivo con la imagen del Cordero del Apocalipsis ( ver Ap 5).




Los católicos subrayamos la importancia de la imagen de Jesús como el Cordero de Dios, mencionándola varias veces en la misa. Alabamos con ella a Cristo en el himno del Gloria; lo invocamos con estas palabras para que nos de su misericordia y su paz, en el rito de la comunión, y es Jesús, el Cordero de Dios, quien nos invita a la cena del Señor. En el futuro, cuando escuches en la misa la frase “Cordero de Dios”, recuerda la profundidad que tiene esta imagen de Jesús.

jueves, 30 de agosto de 2007

36.- Reunidos en el más grandioso banquete


36.- Reunidos en el más grandioso banquete, Lc 22:14-23




Lee Lucas 22:14-20. Jesús instituyo la Eucaristía cuando celebró la cena pascual con sus discípulos la noche antes de morir, como memorial adelantado de su muerte y resurrección, dando así plenitud al significado de la pascua judía. Ver “la pascua judía y la pascua cristiana”, Ex 12:33-51, y “la Eucaristía, un memorial a celebrar con dignidad”, 1 Cor 23-26


La palabra Eucaristía quiere decir, “acción de gracias”. Los católicos celebramos el sacramento de la Eucaristía reunidos alrededor de la mesa, el altar, para revivir la pascua del Señor con alegría y gozo, y darle gracias por la vida nueva que nos da. Este sacramento es la fuente y la cima de toda vida cristiana.

A la Eucaristía la llamamos “misa” porque nos alimenta para cumplir nuestra misión. Al celebrarla, leemos nuestra historia como pueblo de Dios, recordamos los grandes prodigios que han hecho por nosotros y escuchamos su llamado a corresponder a su amor. Ofrecemos el pan y el vino, que se convertirán en el cuerpo y sangre del Señor, entregados en sacrificio para salvación de la humanidad. Nos acercamos al banquete para compartir con la comunidad el pan y la copa de vida que Jesús nos ofrece.




Cuando faltamos a la mesa del sacrificio y celebración y no debilitamos espiritualmente no recibimos las bendiciones y fuerza que nos da la Eucaristía. También sufre la comunidad cristiana y la sociedad, porque al no alimentarnos de Cristo es más difícil que cumplamos nuestra misión.


35.- El vía crucis

35.- El vía crucis, Mc 15




Vía crucis quiere decir “camino de la cruz”. Es una oración que se hace caminando, y que consiste en recorrer los cuadros alusivos a la pasión de Jesús. Nos ayuda a valorar su entrega redentora, a ver la historia como participación e su camino doloroso y a solidarizarnos con su sufrimiento; y el de nuestros/as hermanos/as. Se originó en Jerusalén, donde los peregrinos seguían el recorrido que hizo Jesús hasta el Gólgota, lugar de crucifixión.




El vía crucis que aquí se presenta tiene un enfoque pascual basado en catorce pasajes del evangelio; empieza con la Ultima Cena y concluye con la resurrección.


1.- La Última Cena (Mt 26:20-29)

2.- Agonía del huerto (Lc 22:41-16)

3.- Arresto de Jesús ( Mt 26:47-56)

4.- Ante el Sanedrín o Consejo de ancianos ( MC 14:53-65)

5.- Negación de Pedro ( Jn 18:15-18)

6.- Proceso ante Pilato (Jn 18:28-38)

7.- Azotado y coronado de espinas ( Mc 15:15-19)

8.- Interrogatorio y pena de muerte ( Mt 27:12-15,26)

9.- Simón de Cirene y las mujeres ( Lc 23:26-32)

10.- Crucifixión de Jesús ( Mc 15:22-30)

11.- Palabras de Cristo ( Lc 23:33-34, 39-46)

12.- Muerte de Jesús ( Jn 19:31-34)

13.- Sepultura ( Lc 23:50-56)

14.- Tumba vacía y anuncio de resurrección ( Mc 16:1-8, 14-15)

miércoles, 29 de agosto de 2007

34.- Los sacramentos: vida nueva, celebración y compromiso


34.- Los sacramentos: vida nueva, celebración y compromiso, Mc 14:22-25




¿Por qué son importantes los sacramentos? ¿ Por que debemos recibirlos?

La Eucaristía es el centro y culmen de nuestra vida sacramental, por eso la Iglesia nos pide que participemos en ella cada semana.

Los sacramentos no son una obligación sin sentido, sino un medio para recibir la nueva vida que nos trajo Jesús. La palabra sacramento, del latín sacramentum, significa “juramento de alianza sagrada” o “consagración a una causa”. Los sacramentos tienen su fundamento en la Sagrada Escritura. son signos eficaces de nuestra alianza con Dios, medio para revivir el misterio pascual, instrumentos de la acción transformada de dios (gracias) y signos de nuestra respuesta a su amor.


Jesús es bautizado en solidaridad con los pecados y envía a sus discípulos a bautizar; da de comer a sus discípulos su propio cuerpo y sangre, y les envía el Espíritu Santo. La iglesia bautiza a los nuevos cristianos, celebra la Eucaristía y reconoce la unción con el Espíritu Santo. En estos y otros hechos se fundamentan los sacramentos de iniciación a la vida cristiana, que son:

· Bautismo: ver “nacidos a una nueva vida”, Rom 6:1-23

· Eucaristía: ver “reunidos en el más grandioso banquete”, Lc 22:14-20

· Confirmación: ver “recibe el sello del Espíritu Santo”, Hch 2:1-4

Los evangelios muestran a Jesús perdonando y curando, signos de la llegada del reino de Dios. Él mismo encomendó esta misión a sus apóstoles, la cual continua la iglesia a través de los sacramentos de curación, que son dos:

  • Reconciliación: ver “al perdonar, Dios cierra sus ojos al pecado”, Jn 20:22-23
  • Unción de los enfermos: ver “alivio y fortaleza para los enfermos”, Sant 5:14

Jesús confió a sus discípulos la misión de extender el reino de Dios, desde su comunidad de fe a través del servicio. El sacramento del Orden consagra para esta misión como pastor de la iglesia, y el sacramento del Matrimonio consagra la alianza mutua de los cónyuges, para vivir cristianamente como pareja o familia. Ambos se conocen como sacramentos de misión o servicio:

  • Orden sacerdotal: ver “Pastores y servidores de la iglesia”, 1 Tim 5:17-22
  • Matrimonio: ver “consagrados a una doble alianza de amor”, Ef 5:21-33

sábado, 25 de agosto de 2007

"No te sientes en la ventana" de Andres Arango



El libro de los Hechos de los Apóstoles es fascinante en narrarnos las maravillas que Dios obraba en las primeras comunidades cristianas. Lucas, el autor de este libro nos presenta de una manera extraordinaria el moverse del Espíritu Santo en cada uno de las personas que se dejaban conducir por El. Uno de los principales personajes en el libro de los Hechos, es el apóst
ol Pablo, el cual siendo un terrible perseguidor de cristianos, después de experimentar un encuentro personal con Jesús en el camino a Damasco, empieza una nueva vida entregada por completo a proclamar la Buena Nueva. Pablo, un hombre lleno del Espíritu Santo realizó grandes prodigios en el nombre poderoso de Jesús.
En este artículo quiero concentrarme en un pasaje del libro de los Hechos, que nos narra una historia que parece graciosa, divertida, pero con una gran enseñanza espiritual para cada uno de nosotros. Aquí uno de los personajes de la historia es Pablo y el otro un joven llamado Eutico. Voy a ir contando poco a poco la historia junto con la enseñanza espiritual, pero el texto completo lo puedes encontrar en el libro de los Hechos de los Apóstoles capítulo 20, versículos 7 al 12.

Resulta que Pablo estaba compartiendo la Palabra de Dios, pero su predicación se alargó. Eutico estaba sentado en el borde de la ventana, el sueño lo venció y el joven se cayó del tercer piso donde estaban reunidos. Analizando la actitud de Eutico, resulta que él estaba sentado en la ventana, es decir estaba a ratos adentro de la casa y a ratos afuera. Seguramente en momentos que la conversación de Pablo estaba interesante lo escuchaba con atención, pero en otros momentos se distraía y miraba por la ventana qué estaba pasando afuera en la calle. Tal vez nosotros somos “Euticos” y “Euticas” que a ratos estamos bien felices escuchando a Dios y gozándonos en su mensaje de amor, pero en otros momentos estamos “felices” distraídos en los placeres pasajeros que nos presenta el mundo.

Este texto bíblico está lleno de profundos signos espirituales, dice que el cuarto donde estaban reunidos estaba lleno de lámparas, es decir había mucha luz, además estaban en la fracción del pan, expresión usada para referirse a la Eucaristía. Sabes en ese lugar estaba la Palabra y el Pan Vivo que es el mismo Jesús, nuestro Dios, nuestro Salvador, nuestro Señor. Y donde esta Jesús hay luz, trayendo gozo, alegría, paz y amor. Pero sabes era medianoche cuando Eutico se cayó, es decir, afuera estaba oscuro porque era de noche; así pasa cuando nos deleitamos en los placeres falsos del mundo, ahí afuera hay oscuridad, la cual trae, engaño, miedo, mentira, tristeza. Eutico unos momentos estaba en la luz y otros en la oscuridad. ¿Dónde estamos nosotros? ¿Será que nos gusta sentarnos en la ventana como Eutico? ¿A ratos en la luz? ¿Y en otros en las tinieblas? ¿Sabes que le pasó a Eutico? se murió! porque cayó para afuera de la ventana y no para adentro. Hoy es nuestra decisión, si queremos seguir siendo tibios (Apocalipsis 3,16) y seguramente caeremos hacia afuera muertos como Eutico o por el contrario si tomamos hoy una decisión radical con la gracia del Espíritu Santo y entregamos nuestra vida por completo sin restricciones a nuestro amado Jesús.

Te imaginas el susto de Pablo, al ver que Eutico se cayó por la ventana. Pablo paró su discurso. Me lo imagino corriendo por las escaleras hasta abajo y ve a Eutico muerto. Pero Pablo con el poder de Jesús se acerca a él, lo toma en los brazos y lo resucita. Sabes, tal vez muchas veces estamos muertos, hoy hay muchas personas que parecen vivas pero interiormente están muertas, ¿Tal vez es ese tu caso? ¿Ya estas tirado muerto en el piso como Eutico por las muchas oscuridades del mundo que te han vencido? Sabes una cosa, Pablo resucitó a Eutico con el Poder de Jesús que está vivo.


Ese mismo Jesús hoy está en medio de nosotros, nuestro Dios no está muerto, está vivo!!!. Hoy Jesús te quiere resucitar, y al igual que al joven del evangelio te dice: “Joven, a ti te digo: levántate.” (Lucas 7,14) Jesús no quiere que estés tirado, al igual que el cadáver de Eutico, en el piso, El quiere darte vida y vida en abundancia (Juan 10,10). Déjate en este momento de tu vida abrazar por Jesús y El, que es la Vida, te resucitará. Al igual que las personas que vieron a Eutico vivo se consolaron, así también la alegría de una vida nueva para ti, será gozo para muchas personas que te rodean, tu familia, tus amigos los cuales a través de ti conocerán el poder amoroso de Jesús.


Finalmente, no te sientes más en el borde de la ventana. Siéntate siempre en la presencia del Amor de los amores. No tengas miedo, entrega tu vida por completo a Jesús. Caminemos en la Luz que es el mismo Cristo y no en las tinieblas, así vamos a poder disfrutar desde ahora la vida plena y no las pequeñeces que nos presenta el mundo. Vivamos en la Palabra que es el mismo Jesús y participemos de lleno con todo nuestro corazón en la fracción del pan, el gran regalo de la Eucaristía, tal como lo hizo Pablo y seguramente Eutico también después de su resurrección y veremos como nuestra vida estará llena del amor, gozo y paz que solamente nuestro amado Jesús sabe dar.

33.- La transfiguración


33.- La transfiguración, Mc 9:2-8




Los anuncios de la pasión, muerte y resurrección de Jesús dejaron a los discípulos confusos y con miedo (Mc 8:31-32; 9:32; 10:32). Jesús, además de instruidos sobre el sentido de estos acontecimientos, concedió a sus discípulos mas cercanos una experiencia extraordinaria.




Lee Marcos 9:2-13. Observa cómo se transfiguro en una figura gloriosa y anticipo su victoria sobre la muerte. Escucha la voz del Padre confirmando la identidad de Jesús según las expectativas judías. Nota cómo, en su conversación con Moisés y Elías, señalo que en él se cumplían las promesas en la ley y los profetas, que ellos dos representaban.

Esta profunda experiencia nutrió la fe y fortifico la esperanza de sus discípulos, pero solo pudieron entender su significado después de la resurrección. La transfiguración es como un alto en el camino, una fuerza para seguir adelante (Ver Mt 17:1-13). En la Iglesia Católica celebramos la transfiguración de Jesús el 6 de agosto, cuarenta días antes de la fiesta del Triunfo de la Santa Cruz.


32.- Cumplimiento de la nueva alianza, Mt 26:26-29




La alianza del Antiguo Testamento expresa la relación entre Dios y el pueblo de Israel, a partir de las promesas mutuas selladas con la ley de Moisés y fortificadas con el culto a Dios. Esta alianza fue rota y renovada varias veces, y los profetas anunciaron una nueva alianza con la ley inscrita en el corazón, que superaría la antigua (ver “Una alianza diferente”, Jr, 31:31-34).

La cena de despedida, al entregar el pan y el vino a sus discípulos, Jesús da un significado especial a este gesto. Sus palabras resumen su vida y su misión, e interpretan el sentido de su muerte: la sangre que derramará en la cruz sella la nueva alianza anunciada por los profetas, la cual es fuente de salvación para quien la acepte.

Al compartir el pan y el vino en la Eucaristía, celebramos y renovamos la nueva alianza, en unión con el sacerdote, quien representa a Cristo. La próxima vez que respondas Amén al ir a comulgar renueva tu relación con Dios diciendo: “¡Señor mío y Dios mío!”.




31.- Misión de Pedro y sus sucesores


31.- Misión de Pedro y sus sucesores, Mt 16:13-20




¿Qué le contestarías a Jesús si te preguntará: según tú, “¿Quién soy yo?” ( Mt 16:15).

Jesús se alegro cuando Simón le respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (v. 16). Ante esta respuesta de fe, Jesús le declara su misión de ser la roca sobre la que establecerá la iglesia o nuevo pueblo de Dios. Poco después de recibir esta misión, Pedro quiere evitar que Jesús sufra la pasión; Jesús lo reprime severamente por su poca fe (V.23). A pesar de esto, Jesús mantuvo firme la misión encomendada a Pedro.




Los sucesores de Pedro –a quienes llamamos papas o pontífices- tienen la misión de ser piedra sobre la que Cristo edifica su iglesia, y están llamados a ser signo visible de la unidad, autoridad y servicio en la comunidad eclesial. Ver Jn 21.




La historia ha mostrado a los papas como fundamento de la iglesia y también como causa del escándalo, pero sus grandes pecados no la han destruido, pues esta sostenida por Cristo. Ora siempre por el liderazgo de nuestra Iglesia. Agradece todas sus buenas obras, y cuando fallen, pide con más fuerzas por ellos

viernes, 10 de agosto de 2007

30.- Matrimonio indisoluble, no divorcio


30.- Matrimonio indisoluble, no divorcio, Mt 5:31-32




Seguramente conoces a jóvenes que se casan y pronto se divorcian. Son muchas las causas: egoísmo, relaciones superficiales, inmadurez psicológica, infidelidad sexual, falta de compromiso, evasión de la responsabilidad… Todas indican falta de un amor maduro y cristiano.




Jesús nos enseña a vivir la ley del amor, inscrita por Dios en nuestro corazón para que podamos amar en las buenas y en las malas; en la salud y en la enfermedad, como se promete al recibir el sacramento del Matrimonio. Por fidelidad a este amor y al mensaje de Jesús, la iglesia considera indisoluble el matrimonio y no otorga este sacramento a las personas divorciadas.




Recuerda que el amor se expresa tanto en acciones pequeñas como en actos heroicos. ¿Cómo te preparas para el Matrimonio? ¿Sabes superar el egoísmo para hacer feliz a las personas con quien convives? ¿Te mantienes casto en tus relaciones? ¿Cumples tus compromisos y responsabilidades aunque implique sacrificio de tu parte?

29.- El hijo de Dios es el único hijo de María


29.- El hijo de Dios es el único hijo de María, Mt 1:18-25




Dios elige a María y a José para darle una familia a Jesús, quien fue concebido en María por obra del Espíritu Santo. Lee la elección de José en Mateo 1:18-24 y la de María en Lucas 1:26-38, e identifica sus elementos comunes: la intervención de un ángel, mensajero de Dios; la revelación de la maternidad de María por obra del Espíritu Santo; el nombre de Jesús que significa “Dios salva”, y la aceptación del plan de Dios por ambos.


Mateo ve en el misterio de la Encarnación de Jesús el cumplimiento de la profecía mesiánica del Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”. La virginidad de María realza la obra de Dios y la identidad de Jesús, quien tiene la naturaleza divina de su Padre y la naturaleza humana de su madre.




La Iglesia Católica fundamenta su fe en la concepción virginal de Jesús en estos relatos de Mateo y Lucas. Los pasajes sobre los hermanos de Jesús no se refiere a hermanos de sangre, hijos de María (Mt 12:46-55, Mc 3:31-35 y otros). En hebreo, como en las otras lenguas semíticas, el termino hermano se usa también para los primos y tíos, incluso actualmente

miércoles, 8 de agosto de 2007

28.- Alabanza y sacerdocio bautismal



28.- Alabanza y sacerdocio bautismal, Eclo 42:15 - 43:31




La tercera sección del Eclesiástico presenta la creación como expresión de la sabiduría de Dios. Lee Eclesiástico 42:15 – 43:26. Observa el llamado a glorificar al Señor. Todas las criaturas son maravillosas, obedecen a su creador en todo momento, se mantienen firmes y no abandonan su puesto, por eso lo glorifican en todo tiempo. La invitación a alabar al Señor siempre es a nosotros, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, ricos y pobres (Eclo 43:27-33).




A nosotros nos toca alabar a Dios con nuestras obras y consagrar el mundo a él, Los animales y el resto de la creación alaban a Dios sólo por ser criaturas de Dios. Nosotros tenemos una misión más grande y activa: alabamos a Dios ofreciéndole intencionalmente el mundo, nuestra vida, nuestros esfuerzos y trabajo.




El bautismo nos capacita, nos mantiene firmes sin abandonar nuestro pecado y nos compromete a dar culto a Dios obedeciendo a nuestro Creador. Así, ejercemos nuestro sacerdocio laical: unidos a Cristo alabamos a dios al santificar nuestras familias, la educación, el mundo laboral, los servicios de salud, las finanzas, política. ¡Cómo cambiaria el mundo si todos alabáramos a Dios al asumir nuestro compromiso cristiano!

27.- Nuestra fe en la vida futura


27.- Nuestra fe en la vida futura, Ecl 9:5




Es común asumir que los antiguos israelitas creían en la vida después de la muerte; sin embargo, no era así. Qohélet refleja la creencia de su tiempo al afirmar que toda la vida termina con la muerte (Ecl 9:5).




La revelación de la vida futura con Dios empezó a surgir en el siglo II a. C. (Ver 2 Mac 12:43-46). Para los cristianos, quienes centramos nuestra fe en la resurrección de Jesús, esta creencia mantiene viva nuestra esperanza y da sentido a la vida. Por eso terminamos el Credo –nuestra profesión de fe- diciendo: “Creo en la resurrección de los muertos y en la vida del mundo futuro. Amén”.




Cuando salga Dios a recibirte para la vida futura, ¿Cuáles con las tres obras que quisieras entregarle en reciprocidad por haberte dado la vida?

26.- Éste es el día del Señor


26.- Éste es el día del Señor, Sal 118




Este himno de acción de gracias tiene una resonancia muy fuerte para los católicos. Lo proclamamos cada año en la temporada pascual y cantamos constantemente “Éste es el día en que actúo el Señor, festejemos y alegrémonos con el” (Salmo 118:24-25). Identifícate con lo sentimientos de Jesús al orar con él y, con los de todos los cristianos, al vivir el triunfo de Jesús sobre la muerte:




  • Canta con Jesús que Dios es bueno y su amor es eterno.
  • Refúgiate en manos del Padre como hizo Jesús ante las pruebas.
  • Siente la fuerza del Padre, quien alentó a Jesús ante sus enemigos.
  • Transforma las agresiones que sufres en actos de amor, para triunfar como Jesús sobre el mal.
  • Entrega tu vida al Padre agradecido/a que te escucha y consciente de que si sigues sus caminos gozarás de su presencia…
  • Haz fiesta porque, al vencer el pecado y la muerte, Jesús alcanzó para ti una vida nueva para siempre…

Cada vez que proclames este himno en el tiempo pascual, repite la experiencia de hacerte solidario con Jesús y su misterio de salvación, Únete a Jesús que bendice, alaba y da gracias a su Padre.