domingo, 9 de septiembre de 2007

37.- El Cordero de Dios


37.- El Cordero de Dios, Jn 1 29-36




Lee Juan 1:29-34. Juan el Bautista presenta a Jesús como el Cordero de Dios, porque la imagen del cordero era muy evocada para los judíos, pues les recordaba la liberación de Egipto y al chivo que cargaba las culpas de la gente ( ver “La pascua del Señor” EX12-14), y “El gran día de la expiación y el chivo expiatorio “, Lv 16).


Jesús es quien nos alcanza la liberación plena del pecado y la muerte al entregar su vida por el perdón de los pecados, justamente el día y la hora en que sacrificaba a los corderos en el templo de Jerusalén. De ahí que los cristianos designemos a Jesús con la imagen del “Cordero de Dios” y que afirmemos su triunfo definitivo con la imagen del Cordero del Apocalipsis ( ver Ap 5).




Los católicos subrayamos la importancia de la imagen de Jesús como el Cordero de Dios, mencionándola varias veces en la misa. Alabamos con ella a Cristo en el himno del Gloria; lo invocamos con estas palabras para que nos de su misericordia y su paz, en el rito de la comunión, y es Jesús, el Cordero de Dios, quien nos invita a la cena del Señor. En el futuro, cuando escuches en la misa la frase “Cordero de Dios”, recuerda la profundidad que tiene esta imagen de Jesús.

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