jueves, 2 de agosto de 2007

16.- El siervo doliente


16.- El siervo doliente, Is 52:13 - 53:12


El ultimo poema del siervo del Señor se aplica a la pasión y pascua de Jesús ( Mt 3:17; Lc 4:17-21; Hch 8:32-33). Los católicos lo meditamos cada Viernes Santo, unidos a la iglesia universal. Es Cristo Jesús, siervo inocente, quien “entrega su vida como expiación, verá su descendencia, tendrá larga vida y, por medio de él, prosperaran los planes del Señor” (Is 53:10).


¿Por qué tenía que sufrir el Hijo amado? Por que el amor, el gozo, la gloria y el dolor brotan de la misma fuente. Basta con ver a unos padres ante su hija moribunda.

Al decir que ha llegado la hora de morir como el trigo, Jesús anuncia la cercanía de su pasión y su gloria (Jn 12:23). Mas tarde, Jesús explica como se relacionan el dolor y la gloria con la imagen de los dolores de parto, presagio de una nueva vida, fruto del amor (Jn 16:21).


¡El dolor de Jesús no es estéril! Mira con nuevos ojos el crucifijo: árbol sin hojas que presagia el verdor de la primavera. Que tu asombro no sea por el dolor, sino por la intensidad del amor… Y, cuando te encuentres con el dolor, no lo rehúses: debilitarías tu potencial de crecer en el amor. Une tu dolor a Jesús, quien en la humillación encontró el triunfo; en el dolor halló el gozo, y en la cruz alcanzó la gloria.


Padre bueno con corazón de madre, no entiendo ni me gusta el dolor. Me abandono a tu amor y confío en tu sabiduría para que sepa vivir el amor y el dolor como tu hijo Jesús, el siervo del Señor.

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