lunes, 18 de julio de 2011

54.- Jesús y Melquisedec, Heb 7

54.- Jesús y Melquisedec, Heb 7

En la primera plegaria Eucarística, después de la consagración, el sacerdote ora con las siguientes palabras:

Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe, y la oblación pura tu sumo sacerdote Melquisedec.

Melquisedec aparece en el Génesis, ofreciendo un sacrificio de pan y vino a Dios, una ofrenda pura ( Gn 14:17-20). Por ello y po

r el hecho de no ser de la tribu de Leví, se le considera precursor de Jesús, según lo anunciado en el salmo 110:4.

A partir de Jesús, su sacerdocio prevalece sobre cualquier otro, pues él es la ofrenda perfecta para siempre, “por la fuerza de una vida indestructible” de su resurrección (Heb 7:16). Así se cumple la profecía mesiánica en el salmo 110: “Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec” ( Sal 110:4; Heb 5:6; 7:17)

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