jueves, 26 de julio de 2007

4.- Imágenes, ¿sí o no?


4.- Imágenes, ¿sí o no? Ex 36-37

Uno de los diez mandamientos dice: “no te harás escultura, ni imagen alguna de nada… no te postraras ante ellas, ni les darás culto” (Ex 20: 4-5) y el decálogo ritual ordena: “no te hagas imagen de dios alguno en metal fundido” (Ex 34:17). Estas prohibiciones estaban encaminadas a salvar a los israelitas de la idolatría.

En las orientaciones para el culto, el Señor ordena decorar con dos querubines de oro el arca de la alianza (Ex 25: 10-22), 37:6-9). El arca era venerada como un objeto sagrado porque conservaba las tablas de la ley, signo de la alianza, no por la madera que la constituía ni por los querubines que la adornaban.

Todas las referencias a la imagen de Dios en el Antiguo Testamento señalan al ser humano, hecho a la imagen y semejanza de Dios (Gn 1:26). El amor de Dios invisible tiene que pasar a través de nosotros, su imagen visible (1 Jn 4:20), aunque seamos imágenes imperfectas de Dios.


Solo Jesús es imagen autentica de Dios (Jn 14:9; Col 1:15; Heb 1:3). Nuestra adoración cristiana es como Jesús nos la enseño “en espíritu y en verdad” (Jn 4:23). Adoramos al Padre en el Espíritu Santo que nos hace sus hijos y hermanos de Jesús.

Los católicos no adoramos las imágenes, sean de Jesús, su Madre María, quien nos lleva a él, o los santos que dieron testimonio de él. Son como una fotografía que nos recuerda a la persona original. Quien besa una fotografía expresa su amor a la persona que ahí contempla, no esta venerando el papel.




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